Llegamos a la Bella Italia a las 9 am hora local, nos encontrábamos en el aeropuerto Fiumicino en Roma. Tras 13 horas de vuelo desde Buenos Aires nuestra columna ya estaba pidiendo a gritos una cama donde reposar, sin embargo, teníamos todavía 4 horas de espera y un avión más que atrapar así que resignación, no quedaba de otra.
Salimos raudamente del avión con nuestras maletas de mano cargadas de ilusiones (por el estupendo viaje que estábamos por realizar) y antes de dirigirnos a la puerta de embarque H-12 (donde nuestro próximo vuelo nos espera) teníamos que pasar por Migraciones. No había nada que temer, teníamos todos los papeles en regla y contaba con la Visa de España válida para Estados Schengen, la que te permite visitar todos los países de la comunidad europea con excepción a Inglaterra y, además, NO SE NECESITA VISA en Europa cuando uno está de tránsito así que todo en su sitio. La cola parecía interminable, pero los italianos fueron muy astutos e improvisaron un par de colas adicionales para evitar los cuellos de botella (algo que nosotros deberíamos aprender), lo que parecía una cola interminable se convirtió en 25 min de espera. Una vez terminado con todos los trámites migratorios ya estábamos listos para la espera de nuestro próximo vuelo.
Afortunadamente, contaba con la famosa tarjetita negra de Priority Pass que te permite acceder a algunos lounges o salones VIP en casi todos los aeropuertos del mundo. Estos salones están destinados únicamente para las personas que viajen en Primera Clase (nunca es mi caso) o a las personas que tengan varias millas de viaje acumuladas (esperemos llegar a eso pronto). En mi caso la dichosa tarjeta la conseguí gracias al ofrecimiento de una tarjeta de crédito que un banco me hizo llegar algunos meses atrás, los beneficios son muy provechosos porque en vez de esperar 4 hrs incómodo en una sala de espera repleta de ávidos pasajeros puedes hacerlo en un salón con cómodos sillones, bocaditos y snacks a tu antojo, acceso a internet y amplias duchas o regaderas. Normalmente pagas una cuota anual por este servicio (en mi caso no pagué ni un real, porque me la obsequiaron como cortesía por aceptar la tarjeta de crédito que les comentaba) así que les dejo el siguiente link para los interesados. Una vez dentro del lounge nos pusimos cómodos y tomamos una ducha de agua caliente para relajar los músculos, lo siguiente fue coger algunas revistas y periódicos del día (otro importante servicio de estos lounges si me lo preguntan).
Nuestra garganta necesitaba refrescarse así que qué mejor manera de hacerlo con la famosa birra italiana (cerveza) y los deliciosos vinos. No puedo negar que los vinos fueron de lo más delicioso que habíamos probado hasta el momento, tanto el tinto como el blanco. Nada que hacer que cuando se trata de vino los italianos saben lo que hacen, los bocaditos estaban buenos (aunque los dulces peruanos son mucho más ricos). Ya no nos quedaba mucho tiempo, era hora de tomar nuestro próximo vuelo con destino final: Tel-Aviv, Israel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario